¿Cómo te relacionas con tus senos?
¿Los conoces? ¿Los tocas a diario? ¿Los disfrutas más allá del placer sexual?
¿Los exploras con temor a encontrar algo?
Hoy te invito a conectar con ellos desde el AMOR.
A DIARIO: Siéntelos, conócelos, muévelos, déjalos libres sin sostén/sujetador, masajéalos, juega con ellos, desde el placer sensual, sexual y por ocio, sin ningún fin específico más que darles y darte amor.
Tus senos son como esponjas. Están compuestas básicamente de grasa, linfa y glándulas mamarias. La grasa tiende a almacenar toxinas y la linfa necesita movimiento para limpiar, es por ello que nuestros senos necesitan contacto, circulación y protección.
Según la Medicina China, tu corazón y, por extensión, tus senos están íntimamente conectados a tu útero. Tus senos actúan como un conducto de cómo das y recibes amor.
Al masajear tus senos:
- Estimulas la circulación de la linfa y de la sangre: moviendo los fluidos estancados y permitiendo que los nuevos lleguen y refresquen la zona.
- Contribuyes a tu salud hormonal: Las hormonas que actúan durante tu ciclo, influyen en tus senos también. Cuando hay exceso de estrógenos, el tejido mamario puede sentirse inflamado, sensible y fibroso. Masajear los senos no sólo ayudará a liberar tensión sino también influirá sobre lo que pasa en tu útero, ayudando a regular tu ciclo y aliviar las menstruaciones abundantes y dolorosas y los desarreglos de la menopausia.
- Regulas tu sistema nervioso: Estimular los pezones y los tejidos de los senos libera oxitocina, la hormona del amor, ayudando a sentirte relajada y abierta.
Cada año, en octubre, mes de sensibilización sobre el cáncer de mama, solemos ver mucha publicidad para que las mujeres acudan al médico a revisarse.
Así como puede ser relevante recordar la importancia de realizarnos los chequeos que sean pertinentes, es aún más importante tener presente que la verdadera prevención está en las elecciones que hacemos cada día:
- En los alimentos que ingerimos.
- En el ejercicio/movimiento que hacemos.
- En cómo gestionamos nuestras emociones.
- En cómo nos hablamos a nosotras mismas.
- En cómo nos relacionamos con los demás.
- En nuestro contacto con la naturaleza.
- En nuestra misión de vida.
- Y en trabajar la aceptación de los misterios que la vida nos presenta a veces en situaciones que parecen inexplicables.