La enfermedad... ¿amiga o enemiga?

 

Quién no ha dicho o ha escuchado decir: “ese es un virus que está dando…” o “me pegaste la gripe…” pero ¿es realmente así?

 

Estamos acostumbradas a pensar que la enfermedad es un agente externo, que viene de afuera y que nosotras tenemos poca o ninguna responsabilidad si nos enfermamos. Sin embargo, a pesar de que los virus, bacterias y parásitos son agentes causales de enfermedad, las primeras y únicas responsables de nuestra salud somos nosotras mismas.

 

Nuestro sistema inmunológico es el encargado de defendernos ante la presencia de cualquier factor patógeno, es por ello que conservándolo a tono podemos mantener a raya la enfermedad. Si no, pregúntate por qué algunos cayeron con esa "gripe" pero otros no.

 

El cuerpo humano es muy sabio y noble. Constantemente nos habla, nos avisa cuando algo anda mal, pero generalmente no lo escuchamos. Si nos duele la cabeza, el primer impulso es tomar una pastilla, pero no pensamos que quizá hemos comido mal, o que no dormimos lo suficiente, no bebimos agua, o que estamos estresadas y ansiosas. En ocasiones estamos conscientes de nuestras fallas y aún así no hacemos los cambios necesarios en nuestro estilo de vida.

 

Cuando enfermamos generalmente la causa la encontramos en uno o varios de los siguientes aspectos:

  • En la alimentación: el consumo de alimentos procesados, frituras, harinas y azúcares refinados, y la falta de proteínas y grasas de calidad, frutas y vegetales, poca ingesta de agua, comer en exceso y a toda hora...
  • En las emociones: cansancio, estrés, rabia, preocupaciones, miedos, que no hemos concientizado o no hemos manejado adecuadamente.
  • En nuestras eliminaciones: que quizá no son lo frecuente y abundantes que deberían ser.
  • En malos hábitos como: el cigarrillo, el consumo excesivo de alcohol y cafeína, el sedentarismo o el exceso de actividad física, la falta de descanso, poco contacto con el sol y la naturaleza.
  • La exposición excesiva a toxinas ambientales y productos químicos de uso personal y de limpieza del hogar.

 

Las enfermedades crónicas y degenerativas (diabetes, hipertensión, obesidad, enfermedades pulmonares y cardiacas, cáncer...) también están íntimamente ligadas con nuestro estilo de vida. No podemos achacarle todo a la edad o la herencia, aunque muy cierto es que, por imitación, heredamos los hábitos de nuestros padres y abuelos. Hoy en día la epigenética nos ha enseñado que no estamos condenadas por la herencia médica familiar, pues tenemos la capacidad de cambiar la expresión de nuestros genes a través de nuestros hábitos de alimentación y vida.

 

Cuando entendemos que la enfermedad no viene de afuera, también entendemos que la sanación está dentro de nosotras, que está en nuestras manos, y no viene precisamente en una pastilla o inyección.

 

Si mantenemos un estilo de vida sano, ingiriendo alimentos saludables, moderando nuestras emociones, haciendo ejercicio regularmente, minimizando nuestra exposición a productos tóxicos y conectando con el sol y la naturaleza, tendremos un sistema inmunológico fuerte que nos protegerá de las enfermedades. No quiere decir que nunca enfermaremos, pero esto ocurrirá con menos frecuencia y estaremos más preparadas para afrontar el reto.

 

La enfermedad no es un enemigo al que hay que combatir, sino una señal que nos indica que debemos retomar la conducción de nuestra propia vida...

 

Y tú... ¿escuchas esas señales? ¿cómo las interpretas?